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lunes, 1 de junio de 2020

¿Son necesarios los sacramentos para la salvación? - Aquino & Escoto


¿Son necesarios los sacramentos para la salvación del hombre?
Santo Tomás de Aquino [Sum Th IIIa,  q.61, c.1]
Objeciones por las que parece que los sacramentos no son necesarios para la salvación del hombre.
Objeción 1: Dice el Apóstol en 1 Tim 4,8: Los ejercicios corporales sirven para poco. Pero el uso de los sacramentos, como hemos visto ya (q.60 a.6), es un ejercicio corporal, ya que los sacramentos se realizan actuando como signos, cosas sensibles y palabras. Luego los sacramentos no son necesarios para la salvación del hombre.
Objeción 2: Según consta en 2 Cor 12,9, al Apóstol se le dijo: Te basta mi gracia. Pero ésta no bastaría si los sacramentos fuesen necesarios para la salvación. Luego los sacramentos no son necesarios para la salvación del hombre.
Objeción 3: Puesta en ejecución la causa suficiente, ninguna cosa más es necesaria para la realización del efecto. Pero la pasión de Cristo es causa suficiente de nuestra salvación, pues dice el Apóstol en Rom 5,10: Si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, reconciliados ya, seremos salvados en su vida. Luego los sacramentos no son necesarios para la salvación del hombre.
Contra esto: escribe San Agustín en XIX Contra Faustum: Los hombres no se pueden unir bajo el nombre de ninguna religión, verdadera o falsa, sin que se unan en la participación de ritos o sacramentos visibles. Ahora bien, es necesario para salvarse que los hombres se unan bajo el nombre de la única religión verdadera. Luego los sacramentos son necesarios para la salvación del hombre.
Respondo: Los sacramentos son necesarios para la salvación del hombre por tres razones:
1. La primera está tomada de la condición del hombre, de cuya naturaleza es propio dirigirse a las cosas espirituales e inteligibles mediante las corporales y sensibles. Y como a la divina providencia corresponde atender a cada cosa según su propia condición, queda claro que es conveniente que la sabiduría divina ofrezca al hombre los auxilios de la salvación a través de signos corporales y sensibles, que se llaman sacramentos.
2. La segunda está tomada del estado del hombre, cuyo afecto, al pecar, quedó sometido a las cosas corporales. Ahora bien, debe aplicarse la medicina donde está la enfermedad. Por tanto, fue conveniente que Dios, mediante signos corporales, procurara al hombre la medicina espiritual. Porque si se le ofrecieran las cosas espirituales desnudas de corporeidad, su ánimo no se interesaría por ellas, por haber quedado tan inclinado a las cosas corporales.
3. La tercera está tomada del predominio que en la actividad humana tienen las cosas de orden material. Sería muy duro para el hombre prescindir totalmente en su actividad de estas cosas materiales. Por eso le fueron propuestas en los sacramentos algunas actividades materiales, para que ejercitándose en ellas provechosamente, evite la superstición, como es el culto a los demonios, o cualquier otra práctica nociva y pecaminosa.
A las objeciones:
Objeción 1: Los ejercicios corporales, en cuanto tales, no son de gran utilidad. Pero los ejercicios en el uso de los sacramentos no son puramente corporales, sino también, en cierto modo, espirituales por su significado y eficacia.
Objeción 2: La gracia de Dios es causa suficiente de la salvación humana. Pero Dios da la gracia a los hombres acomodándose a su condición. Y por eso tienen necesidad los hombres de los sacramentos para conseguir la gracia.
Objeción 3: La pasión de Cristo es causa suficiente de la salvación humana. Pero de esto no se sigue que los sacramentos no sean necesarios para conseguir el mismo fin, ya que ellos obran en virtud de la pasión de Cristo, y ésta se aplica en cierto modo a los hombres por los sacramentos, según afirma el Apóstol en Rom 6,3: Los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte.
Beato Juan Duns Escoto [Oxon 4, d.1, q.3]
Objeciones por las que parece que los sacramentos no son necesarios para la salvación del hombre.
Objeción 1. Los sacramentos no parecen ser necesarios para la salvación humana. Pues [Oxon. 3 d.20. - 4 d.15 q.1 n.4ff.] ni la encarnación ni la muerte de Cristo eran tan necesarias para lograr la salvación humana por lo que, sin estos medios, no se podía obtener ese fin, como se dijo antes (q.1 a.1, q.46 aa.1-2); por tanto, mucho menos necesario era para lograr la salvación humana que se instituyera algún sacramento.
Objeción 2. Si los sacramentos fueran necesarios para la salvación eterna, todos tendrían que ser introducidos en ellos y recibirlos; de lo contrario, si pudiéramos, incluso sin recibir uno u otro de ellos, alcanzar la salvación, entonces también podríamos alcanzar ese fin sin recibir ninguno de ellos. Pero [Oxon. 3 d.40 n.5] está establecido en la ley de los cristianos que no todos se casan ni están iniciados en el sacerdocio o en las órdenes; por lo tanto los sacramentos no son necesarios para la salvación eterna.
Objeción 3. En el orden actual de la divina providencia, en el que se ha decretado que la reconciliación del género humano con Dios se lleve a cabo por medio del mediador, no parece necesario, ahora que esa mediación se ha completado y se ha manifestado como totalmente necesaria para la salvación, que se instituyan los signos por medio de los cuales Dios debe infundir la gracia; porque entonces la misión del mediador no habría alcanzado eficazmente su resultado de plena reconciliación si para ello se hubieran utilizado necesariamente otras cosas.
Por el contrario, [Oxon. 4 d.1 q.3 n.1] Agustín dice (Contra Faustum 19): "en ningún caso los hombres pueden ser reunidos bajo ningún nombre de religión, a no ser que estén unidos por asociación en ciertos signos como en los sacramentos visibles". Puesto que, por lo tanto, es necesario para la salvación que los hombres se vinculen entre sí, de modo que se ayuden mutuamente para alcanzar ese fin, necesariamente se instituyeron los sacramentos en signos sensibles.
Respondo que los sacramentos no son tan necesarios para que los hombres obtengan la salvación eterna como para que sin ellos no puedan alcanzarla, porque no faltaron otros innumerables instrumentos de la sabiduría divina, más allá de la institución de dichos sacramentos, por los cuales el hombre puede ser devuelto al lugar de donde se ha extraviado, de la misma manera que cualquiera que se salve ahora por medio de los sacramentos se salva. Pero, de todos modos, la medicina salvadora para el hombre, herido por el pecado y caído, se presenta más agradablemente a través de la mediación de los sacramentos instituidos, sumamente salvadores, en las cosas sensibles. Y esto, en efecto, por tres razones: humildad, formación y práctica. Por la humildad, digo, de modo que mientras el hombre mismo se somete, por mandato divino, a las cosas sensibles, es, por esta humildad y obediencia, más agradable a Dios, y gana con Él más méritos, por cuyo precepto busca la salvación en las cosas inferiores a él, no de ellas, en verdad, sino de Dios por medio de ellas. También por la formación fue conveniente que la salvación se instituyera en las cosas sensibles, en la medida en que por medio de los signos sensibles, que se disciernen en el exterior, se instruyera a la mente para que reconociera la virtud invisible, que está en el interior. Por último, por la práctica, era conveniente que la salvación se instituyera de esta manera; pues, como el hombre no puede estar ocioso, se le propone un ejercicio útil y salvador de los sacramentos, por el que puede evitar una ocupación vana y nociva; pues quien se toma el tiempo libre en un buen ejercicio no es fácilmente atrapado por el tentador.
Respuesta a la primera objeción. La respuesta es evidente en la solución. Pues no decimos que los sacramentos sean necesarios de modo que el hombre no pueda salvarse de otra manera, sino por el estado actual de las cosas; por eso, dada la promulgación de la ley evangélica, [Oxon. 4 d.2 q.1 n.2ff.] era conveniente y necesario para su observancia, ya que es la más perfecta de todas las leyes, que se instituyeran los medios más perfectos, como son los sacramentos de la misma ley.
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Respuesta a la objeción 2. Hay algunos sacramentos que son congruentes y necesarios para cada persona particular, como la regeneración espiritual, la nutrición, el fortalecimiento y la reparación de la salvación perdida; hay otros que son para la gracia de la comunidad, como las órdenes y el matrimonio. Estos últimos, por lo tanto, no tienen que ser comunes a todos, porque están instituidos para la comunidad; pero los demás son necesarios, ya sea en la realidad o en el deseo, para la salvación.
Respuesta a la objeción 3. El mediador mereció en nuestro favor la primera gracia, que se da sin ninguna disposición que la preceda en los niños; pero para recobrar esa primera gracia, o para aumentarla, era oportuna la cooperación de los adultos, para que no parecieran despectivos; y esto sucede por la digna recepción de los sacramentos, con los cuales el hombre caminante, después de su caída, se ejercita más salvadoramente.

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