¿Son necesarios los sacramentos para
la salvación del hombre?
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Santo Tomás de Aquino [Sum Th IIIa, q.61, c.1]
Objeciones por las que parece que los sacramentos
no son necesarios para la salvación del hombre.
Objeción 1: Dice el Apóstol en 1 Tim 4,8:
Los ejercicios corporales sirven para poco. Pero el uso de los sacramentos,
como hemos visto ya (q.60 a.6), es un ejercicio corporal, ya que los
sacramentos se realizan actuando como signos, cosas sensibles y palabras.
Luego los sacramentos no son necesarios para la salvación del hombre.
Objeción 2: Según consta en 2 Cor 12,9, al Apóstol se le dijo: Te basta mi gracia. Pero
ésta no bastaría si los sacramentos fuesen necesarios para la salvación.
Luego los sacramentos no son necesarios para la salvación del hombre.
Objeción 3: Puesta en ejecución la causa
suficiente, ninguna cosa más es necesaria para la realización del efecto.
Pero la pasión de Cristo es causa suficiente de nuestra salvación, pues dice
el Apóstol en Rom 5,10: Si siendo enemigos, fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, reconciliados ya,
seremos salvados en su vida. Luego los sacramentos no son necesarios para la
salvación del hombre.
Contra esto: escribe San Agustín en XIX
Contra Faustum: Los hombres no se pueden unir bajo
el nombre de ninguna religión, verdadera o falsa, sin que se unan en la
participación de ritos o sacramentos visibles. Ahora bien, es necesario para
salvarse que los hombres se unan bajo el nombre de la única religión
verdadera. Luego los sacramentos son necesarios para la salvación del hombre.
Respondo: Los sacramentos son necesarios
para la salvación del hombre por tres razones:
1. La primera está tomada de la condición del
hombre, de cuya naturaleza es propio dirigirse a las cosas espirituales e
inteligibles mediante las corporales y sensibles. Y como a la divina
providencia corresponde atender a cada cosa según su propia condición, queda
claro que es conveniente que la sabiduría divina ofrezca al hombre los
auxilios de la salvación a través de signos corporales y sensibles, que se
llaman sacramentos.
2. La segunda está tomada del estado del hombre,
cuyo afecto, al pecar, quedó sometido a las cosas corporales. Ahora bien,
debe aplicarse la medicina donde está la enfermedad. Por tanto, fue
conveniente que Dios, mediante signos corporales, procurara al hombre la
medicina espiritual. Porque si se le ofrecieran las cosas espirituales
desnudas de corporeidad, su ánimo no se interesaría por ellas, por haber
quedado tan inclinado a las cosas corporales.
3. La tercera está tomada del predominio que en
la actividad humana tienen las cosas de orden material. Sería muy duro para
el hombre prescindir totalmente en su actividad de estas cosas materiales.
Por eso le fueron propuestas en los sacramentos algunas actividades
materiales, para que ejercitándose en ellas provechosamente, evite la
superstición, como es el culto a los demonios, o cualquier otra práctica
nociva y pecaminosa.
A las objeciones:
Objeción 1: Los ejercicios corporales, en
cuanto tales, no son de gran utilidad. Pero los ejercicios en el uso de los
sacramentos no son puramente corporales, sino también, en cierto modo,
espirituales por su significado y eficacia.
Objeción 2: La gracia de Dios es causa
suficiente de la salvación humana. Pero Dios da la gracia a los hombres
acomodándose a su condición. Y por eso tienen necesidad los hombres de los
sacramentos para conseguir la gracia.
Objeción 3: La pasión de Cristo es causa
suficiente de la salvación humana. Pero de esto no se sigue que los
sacramentos no sean necesarios para conseguir el mismo fin, ya que ellos
obran en virtud de la pasión de Cristo, y ésta se aplica en cierto modo a los
hombres por los sacramentos, según afirma el Apóstol en Rom
6,3: Los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en
su muerte.
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Beato Juan Duns Escoto [Oxon
4, d.1, q.3]
Objeciones por las que parece que los sacramentos
no son necesarios para la salvación del hombre.
Objeción 1. Los sacramentos no parecen ser necesarios para la
salvación humana. Pues [Oxon. 3 d.20. - 4 d.15 q.1
n.4ff.] ni la encarnación ni la muerte de Cristo eran tan necesarias para
lograr la salvación humana por lo que, sin estos medios, no se podía obtener
ese fin, como se dijo antes (q.1 a.1, q.46 aa.1-2); por tanto, mucho menos
necesario era para lograr la salvación humana que se instituyera algún
sacramento.
Objeción 2. Si los sacramentos fueran necesarios para la
salvación eterna, todos tendrían que ser introducidos en ellos y recibirlos;
de lo contrario, si pudiéramos, incluso sin recibir uno u otro de ellos,
alcanzar la salvación, entonces también podríamos alcanzar ese fin sin
recibir ninguno de ellos. Pero [Oxon. 3 d.40 n.5]
está establecido en la ley de los cristianos que no todos se casan ni están
iniciados en el sacerdocio o en las órdenes; por lo tanto los sacramentos no
son necesarios para la salvación eterna.
Objeción 3. En el orden actual de la divina providencia, en el
que se ha decretado que la reconciliación del género humano con Dios se lleve
a cabo por medio del mediador, no parece necesario, ahora que esa mediación
se ha completado y se ha manifestado como totalmente necesaria para la
salvación, que se instituyan los signos por medio de los cuales Dios debe
infundir la gracia; porque entonces la misión del mediador no habría
alcanzado eficazmente su resultado de plena reconciliación si para ello se
hubieran utilizado necesariamente otras cosas.
Por el contrario, [Oxon. 4 d.1 q.3
n.1] Agustín dice (Contra Faustum 19): "en
ningún caso los hombres pueden ser reunidos bajo ningún nombre de religión, a
no ser que estén unidos por asociación en ciertos signos como en los
sacramentos visibles". Puesto que, por lo tanto, es necesario para la
salvación que los hombres se vinculen entre sí, de modo que se ayuden
mutuamente para alcanzar ese fin, necesariamente se instituyeron los
sacramentos en signos sensibles.
Respondo que los sacramentos no son tan necesarios para que
los hombres obtengan la salvación eterna como para que sin ellos no puedan
alcanzarla, porque no faltaron otros innumerables instrumentos de la
sabiduría divina, más allá de la institución de dichos sacramentos, por los
cuales el hombre puede ser devuelto al lugar de donde se ha extraviado, de la
misma manera que cualquiera que se salve ahora por medio de los sacramentos
se salva. Pero, de todos modos, la medicina salvadora para el hombre, herido
por el pecado y caído, se presenta más agradablemente a través de la
mediación de los sacramentos instituidos, sumamente salvadores, en las cosas
sensibles. Y esto, en efecto, por tres razones: humildad, formación y
práctica. Por la humildad, digo, de modo que mientras el hombre mismo se
somete, por mandato divino, a las cosas sensibles, es, por esta humildad y
obediencia, más agradable a Dios, y gana con Él más méritos, por cuyo
precepto busca la salvación en las cosas inferiores a él, no de ellas, en
verdad, sino de Dios por medio de ellas. También por la formación fue
conveniente que la salvación se instituyera en las cosas sensibles, en la
medida en que por medio de los signos sensibles, que se disciernen en el
exterior, se instruyera a la mente para que reconociera la virtud invisible,
que está en el interior. Por último, por la práctica, era conveniente que la
salvación se instituyera de esta manera; pues, como el hombre no puede estar
ocioso, se le propone un ejercicio útil y salvador de los sacramentos, por el
que puede evitar una ocupación vana y nociva; pues quien se toma el tiempo
libre en un buen ejercicio no es fácilmente atrapado por el tentador.
Respuesta a la primera objeción. La respuesta es evidente en
la solución. Pues no decimos que los sacramentos sean necesarios de modo que
el hombre no pueda salvarse de otra manera, sino por el estado actual de las
cosas; por eso, dada la promulgación de la ley evangélica, [Oxon. 4 d.2 q.1 n.2ff.] era conveniente y necesario para
su observancia, ya que es la más perfecta de todas las leyes, que se
instituyeran los medios más perfectos, como son los sacramentos de la misma
ley.
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Respuesta a la objeción 2. Hay algunos sacramentos que son
congruentes y necesarios para cada persona particular, como la regeneración
espiritual, la nutrición, el fortalecimiento y la reparación de la salvación
perdida; hay otros que son para la gracia de la comunidad, como las órdenes y
el matrimonio. Estos últimos, por lo tanto, no tienen que ser comunes a
todos, porque están instituidos para la comunidad; pero los demás son
necesarios, ya sea en la realidad o en el deseo, para la salvación.
Respuesta a la objeción 3. El mediador
mereció en nuestro favor la primera gracia, que se da sin ninguna disposición
que la preceda en los niños; pero para recobrar esa primera gracia, o para
aumentarla, era oportuna la cooperación de los adultos, para que no parecieran
despectivos; y esto sucede por la digna recepción de los sacramentos, con los
cuales el hombre caminante, después de su caída, se ejercita más
salvadoramente.
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lunes, 1 de junio de 2020
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