Texto extraído de J.D Escoto Cuestiones Cuodliebetales; C.20 A.1
Cuestión XX
Si el Sacerdote obligado a decir misa por uno, y obligado también a decir misa por otro satisface suficientemente tal deuda diciendo una mis por ambos.
1. Planteamiento de la cuestión y argumentos en contra y en pro.
Se pregunta si el sacerdote obligado a decir misa por uno y obligado también a decirla por otro satisface suficientemente tal deuda diciendo una misa por ambos.
1) Se arguye que no satisface:
El que está obligado a un bien mayor no satisface pagando un bien menor. Es lo que acontece en la cuestión propuesta; dos misas son bien mayor que una misa. Además, una misa es bien mayor para uno si se dice por él que si se dice simultáneamente por él y por otro.
2) Se arguye en contra de esta opinión:
El que paga más que aquello por lo que está obligado satisface, parece, con abundancia. Pero una misa es un bien mayor que los dos estipendios por los que el celebrante está obligado. La razón es que el bien de la misa deriva de la virtud del sacrificio, y el sacrificio es de valor infinito y suficiente para infinitos seres; cuando Cristo, quien se ofrece en tal sacrificio, se ofreció en la cruz, satisfizo por los pecados de todos. Luego una misa satisface abundantemente por dos.
3) Respuesta a la cuestión:
En esta cuestión es necesaria una observación previa. Parece probable que la misa no sólo vale en virtud del mérito o de la acción del operante, sino también en virtud del sacrificio y del acto ejecutado. En otras palabras, no sólo vale en virtud del mérito personal del sacerdote oferente, sino también en virtud del mérito general de la Iglesia, en cuya persona ofrece el ministro el sacrificio común. De lo contrario, la mis del mal sacerdote, que en el acto no obtiene mérito, sino demérito personal, no valdría en la Iglesia, lo que la opinión común considera inconveniente, y con razón, según las palabras de Juan [1]: El Pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. Es decir, siempre que Cristo, como sumo sacerdote, ofrece el pan que da, es decir, su carne, es la vida del mundo.
De ahí que, para la solución de esta cuestión, hay que investigar tres puntos: Primero, si la misa dicha por dos vale para cada uno tanto como si se dijera por uno solo, por el mérito personal del celebrante; segundo, si vale tanto por el mérito de la Iglesia universal que ofrece; tercero, si el que ofrece satisface simplemente su deuda a los dos a los que está obligado.
Artículo 1
Si la misa dicha por dos vale para cada uno tanto como si se dijera por uno solo por el mérito personal del celebrante.
4) Triple grado en que la oración puede valer por otro:
Respecto al primer punto, hay que saber que, entre las obras meritorias, la oración tiene más razón de mérito aplicable a otro. Pues de sí aplaca a Dios y reconcilia con Dios al reo por quien es orante la ofrece especialmente. Ahora bien, cabe entender que el mérito y especialmente la oración vale en triple grado para alguien o por alguien.
De un modo, especialísimamente; en este grado vale siempre para el que ora cuando está en gracia, pues posee buena disposición del alma y elicita un acto bueno. Esta moción y este acto no son de aquel por el que se ora como lo son del orante. Ni puede éste con voluntad ordenada enajenar su mérito propio y dárselo a otro; está obligado por caridad a amarse a sí más que a otro. Hasta acaso no podría dárselo a otro sin cometer pecado.
De otro modo, generalísimamente; en este grado vale para toda la Iglesia; el orante no debe excluir a nadie que pertenece a la Iglesia, sino que debe incluir a todos con intención habitual.
Del tercer modo, es decir, de modo medio, vale para aquel por quien el orante lo aplica especialmente. Que no vale para él especialísimamente es claro del primer miembro. Tampoco vale para él sólo generalísimamente como vale para cualquiera; de lo contrario, en vano existirían en la Iglesia las oraciones especiales asignadas por los vivos y difuntos e incluso por distintas clases de vivos, por los benefactores, amigos, etc; pueden verse tales oraciones especiales por distintas personas, estados o congregaciones en el misal romano. En vano, digo, existirían estas oraciones especialmente asignadas, pues no valdrían para tales personas más de lo que valen para cualquiera en la Iglesia.
Por lo tanto, este artículo ofrece dificultad especial respecto de la aplicación del mérito en el tercer grado.
5) En el tercer grado, una misa dicha por dos no vale para uno tanto como si se dijera por él. Prueba -Cabe decir que, en este tercer grado o modo, una misa dicha por dos no vale para uno tanto como si se dijera por él solo.
Ello puede mostrarse de la manera siguiente: Según plena justicia, al mérito finito corresponde adecuadamente un premio determinado a cierto grado. Ahora bien, además del bien que se debe generalmente a la Iglesia y del bien que se debe especialísimamente al orante, bienes incluidos siempre en el premio debido a la oración, considero el bien que en virtud del mérito del orante se debe del modo medio a aquel por quien especialmente ora.
Tal bien es determinado a cierto grado. Por lo tanto, en virtud de dicho mérito no se debe a nadie del modo medio bien alguno que no esté incluido en este bien determinado. Luego, si todo este bien se da a una persona como premio debido a la oración del modo medio, ningún bien debido a tal oración se dará a otra persona. Y si, en virtud de dicho mérito, se da a otra persona algún bien como debido a tal oración del modo medio, síguese que no todo el bien debido de este modo se da a la primera persona.
6) Primera confirmación.
Confirmación: A un mérito "precisamente" igual se debe un bien o premio igual en cualquiera de los modos, general, especial, medio, de la deuda. Ahora bien, en cuanto al mérito personal, el que celebra con igual devoción ejecuta una obra igualmente meritoria. Y sucede que, cuando celebra especialmente por una persona, celebra con igual devoción que cuando celebra especialmente por los dos. Luego, en virtud de su mérito, se debe un bien "precisamente" igual al mérito de la misa dicha por uno y al mérito de la dicha por dos. Luego si, cuando la misa se dice por dos, tal bien igual se debe totalmente a uno, síguese, en virtud de dicho mérito, no se debe nada al otro. Pues el bien que se daría al otro no se incluiría en el bien que corresponde adecuadamente a tal mérito.
7) Objeciones:
Podría responderse a la mayor de esta confirmación (6): A mérito igual en intensidad y en extensión se debe bien igual de ambos modos. Ahora bien, aunque en el caso de que alguien ore simultáneamente por dos el mérito es intensivamente igual que en el caso de que ore por uno; es, sin embargo, mayor extensivamente, porque se aplica a más personas. Por eso se le debe un bien intensivamente igual, pero extensivamente mayor, porque es para dos.
8) Se responde similarmente a la primera mayor (5), a la mayor del argumento primero, es decir, al mérito de cierto grado corresponde un bien determinado de cierto grado. Ello es verdad si se entiende el mérito uniformemente, es decir, intensiva o extensivamente en ambos casos. Ahora bien, aunque el mérito se extienda a muchos y, por consiguiente, el premio se deba a muchos, no es necesario que por su comunicación extensiva se disminuya intensivamente.
9) Ello se declara primeramente así: El bien espiritual es proporcionado al espíritu, y el espíritu se halla todo en todas partes, no se comunica por partes. Luego el bien espiritual se comunica sin división y no se disminuye aunque se comunique a muchos.
10) Ello se muestra también con un ejemplo, en el que, sin embargo, aparece menos claramente que en lo que antecede: Hay seres corporales -en los que ello es menos manifiesto que en los espirituales- que no se comunican menos si se comunican a muchos. La luz de la candela ilumina simultáneamente muchos iluminables lo mismo que iluminaría per se cada uno de ellos. La voz inmuta simultáneamente los oídos de muchos oyentes lo mismo que inmutaría uno solo de ellos.
11) En tercer lugar, ello se confirma por la autoridad de De consecratione dist. 5: Non mediocriter. En dicho lugar se cita a Jerónimo, quien entre otras cosas, dice: "Cuando un salmo o una misa se dice por cien almas, no se recibe menos que cuando se dice por cada una de ellas".
12) Estas respuestas u objeciones son inoperantes:
Cabe replicar que estas respuestas u objeciones no refutan las razones antes aducidas.
Ambas premisas mayores de tales razones son verdaderas simplemente, tanto según la extensión como según la intensidad. Según estricta justicia, por igual mérito no se debe un bien más numeroso, como tampoco se debe un bien más intenso. En toda retribución y conmutación justa, muchos bienes iguales equivalen a un bien mayor intensivamente. Por lo tanto, si a un mérito igual no se debe un bien mayor en intensidad, tampoco se le deben muchos bienes iguales en extensión; como estos muchos bienes, unidos, constituirían un bien mayor que cada uno de ellos, así, según justicia, serían de valor mayor que cada uno de ellos.
13) Confirmación:
De lo contrario, la oración del que la ofreciera por todas las almas en el Purgatorio con la intención de que valiera del mismo medio para cada una de ellas, valdría para cada una lo mismo que si se ofreciera por ella sola. Y, por caridad ordenada, todo orante debería orar por todas, pues debería impetrar el bien del mayor número obtenible con un acto sin disminución del bien de una de ellas.
14) Replicarás:
Por otro modo de satisfacción la oración no vale por muchos tanto como por uno; la pena debida no se condona si no se paga algo equivalente.
Respuesta: Uno podría impetrar la primera gracia para cualquier número de pecadores como para uno; en el caso no se requeriría la satisfacción de una pena, sino el aplacamiento de Dios y la impetración de un bien de él.
15) Además, como muchas penas equivalen a una pena mayor y sólo se condonan por una obra satisfactoria mayor o por muchas obras satisfactorias, así, parece, muchos bienes que deben impetrarse equivalen a un bien mayor, y sólo se impetran por muchas obras meritorias o por una obra meritoria mayor. Por eso también, lo que basta para liquidar un mal no basta para empetrar un bien, lo segundo parece mayor.
16) Segunda confirmación:
Confirmación segunda de la conclusión intentada: En la amistad humana, el amado que suplica por uno solo logra mayor bien para él que si suplica por muchos. Si suplica por uno, es oído para que se le impetre un bien determinado; si suplica por muchos, o no es oído en favor de todos o no impetraría tanto bien para todos. Ello es conforme a justa ley de la amistad.
17) Tercera confirmación:
Tercera confirmación: La voluntad, en cuanto causa meritoria, no parece más eficaz, sino menos eficaz que en cuanto causa elicitiva o impetrativa. En cuanto meritoria, sólo es causa dispositiva que habilita y dispone para la acción del agente principal; en cuanto elicitiva o impetrativa, en cambio, es causa principal. Ahora bien, la voluntad, en cuanto causa elicitiva o impetrativa, no causa simultáneamente en muchos el mismo efecto que causaría en uno sólo; análogamente, la amistad simultánea hacia muchos no es tan intensa como la amistad hacia uno, consta de la Ética [2]; ni la voluntad impera muchas operaciones de las potencias inferiores con la misma intensidad con que impera una; la intención de la voluntad que impera muchos actos inferiores decrece. Similarmente, la voluntad merece, parece, un bien intensivo inferior cuando merece por muchos.
18) Si objetas:
Ello es verdad cuando la devoción se disminuye por la distracción a muchos, pero si la devoción permanece igual, no se merece necesariamente menos bien para muchos que para uno; contesto: La distracción no concurre necesariamente por el hecho de que se celebre por muchos, no es necesario que el que celebra por muchos piense en acto en aquellos por los que intenta orar especialmente; basta que haya pensado en ellos y ofrecido tal intención a Dios y conserve después de su memoria en común; Dios acepta su oblación y devoción por aquellos por los que decidió previamente ofrecerlas.
Es verdad que, en este caso, la atención actual a cada uno disminuye, pues sólo se dirige a todos en común, pero no disminuye necesariamente la devoción, que es movimiento de la mente a Dios. Por ejemplo: Uno no celebra menos devótamente la misa de todos los santos que la de uno. Aunque atienda menos distintamente a cada uno, su atención común a todos basta para que posea devoción, no sólo igual, sino mayor que la devoción del que atiende a uno de ellos. Tal vez habría que exceptuar la atención a Aquel que encierra eminentemente la materia de la devoción a todos, que es Dios trino.
Así, cuando se ora por la multitud o la comunidad indigente para impetrar para ella un bien que necesita, puede tenerse mayor compasión y, por lo tanto, mayor deseo de impetrar lo que necesita que si se orara por un indigente. No decrece, pues, la devoción, aunque sea inferior la atención actual y distinta.
Por lo tanto, en tal caso, no impetra menos bien para cada uno por la disminución de la devoción, sino sólo porque a su mérito corresponde un bien determinado en cualquier grado idéntico. Es decir, debe darse un bien a aquel por quien la oración vale especialísimamente, otro bien a aquellos por los que vale generalmente y otro bien a aquel o aquellos por los que vale del modo medio.
Por consiguiente, en este tercer grado del que hablamos, si la extensión es mayor, la intensidad para cada uno es menor.
19) Respuestas directas a los argumentos con que pretenden probar sus respuestas u objeciones.
Respuestas a los argumentos en contrario (7-11):
Al primero, basado en el 'espírtu': Aunque el espíritu no se divide extensivamente, un espíritu se distingue numéricamente de otro; hay almas singulares par cada cuerpo de los seres animados, y juntas tienen bondad natural extensivamente que una de ellas; tal bondad equivale incluso a una bondad intensivamente mayor, según el texto de De Trinitate [3]: "Dos hombres son algo más que un hombre". La pluralidad en Dios se distingue, pues, de la pluralidad en las criaturas: En las criaturas dos son más que uno; en Dios, no. Por eso Agustín añade: "El Padre y el Hijo simultáneamente no son mayor que sólo el Padre".
Así mismo, muchas bondades de los espíritus son de mayor valor y, por lo mismo, requieren más bienes o un bien mayor como retribución. El que por su oración merece resucitar a un muerto, no merece igualmente por ella la vivificación de cualesquiera muertos. Por lo tanto, digo que el bien espiritual se comunica sin división cuantitativa; el bien que las distintas personas reciben es distinto; por lo mismo requiere distinto mérito correspondiente; a eso llamo intensivamente igual.
20) Se replica:
Al menos hay que aceptar que el bien espiritual no se comunica por partes. Luego, si en virtud de una misa se debe un bien a dos personas como premio total, tal bien no se dará por partes, es decir, no se dará una parte del bien a una persona y otra parte a la otra.
Confirmación: El que recibe el espíritu, recibe todo el espíritu. Luego, parejamente, el que recibe un bien espiritual, lo recibe todo.
21) Respuesta:
Agustín, en De Trinitate [4], dice: "En aquellas cosas que no son grandes en mole es lo mismo ser mayor que mejor". Ahora bien, dos bienes iguales son mejores que uno. Luego la bondad es mayor en ellas. Y lo que es mayor, aunque no pueda ser dividido en acto, contiene muchos bienes pequeños que juntos son iguales a él. Aunque el cielo es indivisible en acto, más entidades menores equivalen a todo el cielo que a medio cielo, y en tales entidades menores hay distinción; por lo tanto, por el cielo entero podrían darse todas las entidades equivalentes en que, aunque indivisible en sí, puede distinguirse.
De modo análogo, en el caso, a un mérito de determinada magnitud se debe adecuadamente un bien de magnitud correspondiente. Tal bien es indivisible en sí, pero puede equivaler a muchos bienes menores y, por lo mismo, puede dividirse en valor en cuanto por él se dan varios bienes menores. Luego tal bien espiritual no se da realmente por partes, sino en varios bienes menores, que respecto de él tienen valor parcial.
22) A la confirmación (20) se contesta: Si fuera posible que el valor del espíritu se distribuyera a muchos -como probablemente acontece tratándose del bien debido en virtud de la oración-, a cada uno se le daría un bien menor. Tal vez el espíritu se comunicaría también en menor grado si trascendiera su receptivo proporcionado; tal vez el alma no vivificaría igualmente un cuerpo indefinidamente creciente; pero se comunica igualmente al receptivo proporcionado. En la cuestión, el receptivo proporcionado al bien que debe darse por el mérito es un persona, y lo que se le da no se le da por partes.
23) Contra los ejemplos aducidos (10) se arguye con otros.
No puedo acarrear dos pesos iguales lo mismo que uno.
Si se objeta: Tratándose del movimiento local, el agente no puede mover muchos objetos lo mismo que pocos, pero, tratándose de la alteración, puede alterar muchos objetos que se hallan igualmente próximos a él lo mismo que pocos; respondo: Algunos movimientos son tales que en ellos todas las partes del todo se mueven por necesidad simultáneamente; es decir, en tales movimientos no se mueve una parte antes que otra. Tal es el movimiento local. A este tipo de movimiento se refiere el texto de la Metafísica [5]: "Continuo es aquello que por su naturaleza tiene un movimiento..., y el movimiento es uno cuando es indivisible, y es indivisible respecto del tiempo". Si una parte del continuo se moviera sin que se moviera otra, la continuidad se disolvería. Hay otro movimiento en el que no es necesario que el todo se mueva simultáneamente según todas sus partes. Tal es la alteración.
Así mismo, por móvil, o se entiende uno que es adecuado a la virtud del motor, o del agente, en el sentido de que otro mayor no podría ser movido simultáneamente; o por móvil se entiende uno que es menor que el adecuado.
Por lo tanto, hay diferencia entre el movimiento local y otros tipos de movimiento. El todo continuo en su totalidad es siempre de sí un móvil adecuado al motor, una parte suya sin la otra no lo es. En el movimiento de alteración, en cambio, una parte del móvil puede ser un móvil adecuado a un motor de virtud determinada, es decir, una parte de determinada magnitud podría ser simultáneamente movida por el agente.
Sin embargo, es verdad que en ambos casos -y tratándose del movimiento en general- un motor determinado sólo mueve simultáneamente su móvil adecuado o lo incluido en él realmente -es decir, como algo suyo- o equivalentemente -es decir, en el sentido de que algo menor que no es parte de otro mayor puede decirse que se incluye en este-. Por lo tanto, el agente que puede mover un móvil en cuanto adecuado no puede mover simultáneamente otro móvil en cuanto adecuado no puede mover simultáneamente otro móvil mayor ni otro móvil.
Sin embargo, puede mover simultáneamente dos móviles que, unidos, no excedieran su móvil adecuado. Hablando de estos móviles, es verdad que el motor no mueve menos muchos móviles que pocos, pues no mueve menos un móvil simplemente adecuado a él que un móvil menor; de lo contrario, no sería completamente adecuado. Por 'adecuado' no entiendo el móvil que el motor puede mover según todo su conato, sino el que puede mover por pequeño que sea su conato. Tal móvil subyace completamente bajo su poder. El que el móvil se halle totalmente bajo el poder del motor quiere decir que pasivamente se adecua totalmente a él. Según el Filósofo [6], el cielo es un móvil adecuado de este modo a la inteligencia, la cual, aunque no pueda mover algo mayor, puede mover algo menor.
24) A los ejemplos (10) respondo: Cualquier parte de un receptivo proporcionado al agente puede perfeccionarse igualmente al menos en el sentido de que, cuando una parte se perfecciona juntamente con otra, no se perfecciona menos que cuando se perfecciona sola. Porque el todo es primariamente proporcionado al agente, la pluralidad de las partes incluidas en el todo no impide la perfección de la acción en todas ellas, como tampoco la impide en el todo que las incluye. Sin embargo, si a un pasivo proporcionado se añadiera otro, no sería necesario que fuera perfeccionado por el agente lo mismo que si sólo él recibiera la acción del agente.
Esto aparece claro en los ejemplos aducidos [6]. La luz, el sonido y otras cualidades semejantes, en cuanto dependen de ellos, se multiplican esféricamente. Por lo tanto, como el pasivo proporcionado al agente, por pequeño que sea, es esférico, incluye partes, y estas partes de la misma esfera alrededor de la luz se iluminarán igualmente. Es decir, el medio sería iluminado según un diámetro de la esfera alrededor de la candela tanto como según otro diámetro. Pero si, alrededor de la primera esfera más cercana a la candela se coloca otra esfera más remota, no ser´iluminada lo mismo que la primera.
Por lo tanto, la afirmación de que muchos iluminables se iluminan lo mismo que uno es verdadera cuando los iluminables son partes del mismo iluminable adecuado, por ejemplo, cuando están contenidos en la misma esfera o dentro de la misma esfera respecto del iluminante como del centro. Pero en la cuestión las dos personas por las que se ora no son per se partes de un ser que sería un receptivo adecuado del bien que debe retribuirse en virtud de la oración; ambas son per se receptivos adecuados.
25) Se arguye en contra:
El que la segunda esfera se ilumine menos que la primera se debe a que se halla más lejos de la luz, no a que es iluminada simultáneamente con la primera. Más, la segunda no recibiría ninguna luz si la primera no fuera iluminada simultáneamente. Luego el segundo receptivo no recibe menos porque el otro recibe simultáneamente, sino porque está alejado del agente. En la cuestión no hay tal separación o distancia, sólo hay distinción de receptivos.
Respuesta: El que dos móviles puedan aproximarse igualmente al mismo motor concluye necesariamente que son móviles parciales contenidos real o equivalentemente en un móvil adecuado. Siempre puede imaginarse lo esférico alrededor del centro, del agente, y las partes que se hallan en la misma esfera total, es decir, dentro de la distancia de su eje, se mueven igualmente las demás no se mueven de la misma manera.
26) En cuanto a la autoridad de Jerónimo (11), la glosa da doble respuesta.
Una refiere los bienes al celebrante. El sentido sería: No recibe menos -se entiende, el celebrante- porque diga la misa por uno o por muchos. Cuando su disposición es igual y ejecuta con igual orden su acto, es decir, cuando celebra igualmente por muchos, y por uno, cuando por uno, la misa vale siempre para él especialísima e igualmente.
27) La segunda respuesta de la glosa se refiere al caso en que, se afirma, una misa dicha por cien almas con hilaridad de corazón no vale menos que una dicha con ansiedad por una. En tal pasaje se dice previamente: "Es mejor el canto de cinco salmos con pureza de corazón y serenidad, e incluso con hilaridad espiritual, que la modulación de todo el salterio con ansiedad de corazón y con tristeza." Después sigue lo que se adujo (11): "Cuando se dice un salmo o una misa por cien almas no se recibe menos que cuando se dice por una de ellas".
Acaso esta segunda respuesta refleja la intención especial de Jerónimo, quien quiso consolar a los monjes diciéndoles que, si estaban obligados a orar por muchos no tenían la necesidad de leer un número dado de salmos -ello resultaría fastidioso-, sino que satisfarían mejor por ellos si recitaban menos salmos y con hilaridad; y que tal proceder tenía incluso más valor para el orante, en la suposición de que fuera reconciliable con su obligación.
[1] Juan 6:52.
[2] Aristóteles, Ethica ad Nic. VIII c.7 (1158a11-14).
[3] Agustín, De Trin. VII c.6 n.11: PL 42,945.
[4] Ibid, VI c.8 n.9: PL 42,929.
[5] Aristóteles, Metaph, V C.6 (1015a5).
[6] Ibid.
[6] Aristóteles, Metaph, XII c.7 (1072a30-32).
Por. Cairo José Sánchez Sáenz
Si el Sacerdote obligado a decir misa por uno, y obligado también a decir misa por otro satisface suficientemente tal deuda diciendo una mis por ambos.
1. Planteamiento de la cuestión y argumentos en contra y en pro.
Se pregunta si el sacerdote obligado a decir misa por uno y obligado también a decirla por otro satisface suficientemente tal deuda diciendo una misa por ambos.
1) Se arguye que no satisface:
El que está obligado a un bien mayor no satisface pagando un bien menor. Es lo que acontece en la cuestión propuesta; dos misas son bien mayor que una misa. Además, una misa es bien mayor para uno si se dice por él que si se dice simultáneamente por él y por otro.
2) Se arguye en contra de esta opinión:
El que paga más que aquello por lo que está obligado satisface, parece, con abundancia. Pero una misa es un bien mayor que los dos estipendios por los que el celebrante está obligado. La razón es que el bien de la misa deriva de la virtud del sacrificio, y el sacrificio es de valor infinito y suficiente para infinitos seres; cuando Cristo, quien se ofrece en tal sacrificio, se ofreció en la cruz, satisfizo por los pecados de todos. Luego una misa satisface abundantemente por dos.
3) Respuesta a la cuestión:
En esta cuestión es necesaria una observación previa. Parece probable que la misa no sólo vale en virtud del mérito o de la acción del operante, sino también en virtud del sacrificio y del acto ejecutado. En otras palabras, no sólo vale en virtud del mérito personal del sacerdote oferente, sino también en virtud del mérito general de la Iglesia, en cuya persona ofrece el ministro el sacrificio común. De lo contrario, la mis del mal sacerdote, que en el acto no obtiene mérito, sino demérito personal, no valdría en la Iglesia, lo que la opinión común considera inconveniente, y con razón, según las palabras de Juan [1]: El Pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. Es decir, siempre que Cristo, como sumo sacerdote, ofrece el pan que da, es decir, su carne, es la vida del mundo.
De ahí que, para la solución de esta cuestión, hay que investigar tres puntos: Primero, si la misa dicha por dos vale para cada uno tanto como si se dijera por uno solo, por el mérito personal del celebrante; segundo, si vale tanto por el mérito de la Iglesia universal que ofrece; tercero, si el que ofrece satisface simplemente su deuda a los dos a los que está obligado.
Artículo 1
Si la misa dicha por dos vale para cada uno tanto como si se dijera por uno solo por el mérito personal del celebrante.
4) Triple grado en que la oración puede valer por otro:
Respecto al primer punto, hay que saber que, entre las obras meritorias, la oración tiene más razón de mérito aplicable a otro. Pues de sí aplaca a Dios y reconcilia con Dios al reo por quien es orante la ofrece especialmente. Ahora bien, cabe entender que el mérito y especialmente la oración vale en triple grado para alguien o por alguien.
De un modo, especialísimamente; en este grado vale siempre para el que ora cuando está en gracia, pues posee buena disposición del alma y elicita un acto bueno. Esta moción y este acto no son de aquel por el que se ora como lo son del orante. Ni puede éste con voluntad ordenada enajenar su mérito propio y dárselo a otro; está obligado por caridad a amarse a sí más que a otro. Hasta acaso no podría dárselo a otro sin cometer pecado.
De otro modo, generalísimamente; en este grado vale para toda la Iglesia; el orante no debe excluir a nadie que pertenece a la Iglesia, sino que debe incluir a todos con intención habitual.
Del tercer modo, es decir, de modo medio, vale para aquel por quien el orante lo aplica especialmente. Que no vale para él especialísimamente es claro del primer miembro. Tampoco vale para él sólo generalísimamente como vale para cualquiera; de lo contrario, en vano existirían en la Iglesia las oraciones especiales asignadas por los vivos y difuntos e incluso por distintas clases de vivos, por los benefactores, amigos, etc; pueden verse tales oraciones especiales por distintas personas, estados o congregaciones en el misal romano. En vano, digo, existirían estas oraciones especialmente asignadas, pues no valdrían para tales personas más de lo que valen para cualquiera en la Iglesia.
Por lo tanto, este artículo ofrece dificultad especial respecto de la aplicación del mérito en el tercer grado.
5) En el tercer grado, una misa dicha por dos no vale para uno tanto como si se dijera por él. Prueba -Cabe decir que, en este tercer grado o modo, una misa dicha por dos no vale para uno tanto como si se dijera por él solo.
Ello puede mostrarse de la manera siguiente: Según plena justicia, al mérito finito corresponde adecuadamente un premio determinado a cierto grado. Ahora bien, además del bien que se debe generalmente a la Iglesia y del bien que se debe especialísimamente al orante, bienes incluidos siempre en el premio debido a la oración, considero el bien que en virtud del mérito del orante se debe del modo medio a aquel por quien especialmente ora.
Tal bien es determinado a cierto grado. Por lo tanto, en virtud de dicho mérito no se debe a nadie del modo medio bien alguno que no esté incluido en este bien determinado. Luego, si todo este bien se da a una persona como premio debido a la oración del modo medio, ningún bien debido a tal oración se dará a otra persona. Y si, en virtud de dicho mérito, se da a otra persona algún bien como debido a tal oración del modo medio, síguese que no todo el bien debido de este modo se da a la primera persona.
6) Primera confirmación.
Confirmación: A un mérito "precisamente" igual se debe un bien o premio igual en cualquiera de los modos, general, especial, medio, de la deuda. Ahora bien, en cuanto al mérito personal, el que celebra con igual devoción ejecuta una obra igualmente meritoria. Y sucede que, cuando celebra especialmente por una persona, celebra con igual devoción que cuando celebra especialmente por los dos. Luego, en virtud de su mérito, se debe un bien "precisamente" igual al mérito de la misa dicha por uno y al mérito de la dicha por dos. Luego si, cuando la misa se dice por dos, tal bien igual se debe totalmente a uno, síguese, en virtud de dicho mérito, no se debe nada al otro. Pues el bien que se daría al otro no se incluiría en el bien que corresponde adecuadamente a tal mérito.
7) Objeciones:
Podría responderse a la mayor de esta confirmación (6): A mérito igual en intensidad y en extensión se debe bien igual de ambos modos. Ahora bien, aunque en el caso de que alguien ore simultáneamente por dos el mérito es intensivamente igual que en el caso de que ore por uno; es, sin embargo, mayor extensivamente, porque se aplica a más personas. Por eso se le debe un bien intensivamente igual, pero extensivamente mayor, porque es para dos.
8) Se responde similarmente a la primera mayor (5), a la mayor del argumento primero, es decir, al mérito de cierto grado corresponde un bien determinado de cierto grado. Ello es verdad si se entiende el mérito uniformemente, es decir, intensiva o extensivamente en ambos casos. Ahora bien, aunque el mérito se extienda a muchos y, por consiguiente, el premio se deba a muchos, no es necesario que por su comunicación extensiva se disminuya intensivamente.
9) Ello se declara primeramente así: El bien espiritual es proporcionado al espíritu, y el espíritu se halla todo en todas partes, no se comunica por partes. Luego el bien espiritual se comunica sin división y no se disminuye aunque se comunique a muchos.
10) Ello se muestra también con un ejemplo, en el que, sin embargo, aparece menos claramente que en lo que antecede: Hay seres corporales -en los que ello es menos manifiesto que en los espirituales- que no se comunican menos si se comunican a muchos. La luz de la candela ilumina simultáneamente muchos iluminables lo mismo que iluminaría per se cada uno de ellos. La voz inmuta simultáneamente los oídos de muchos oyentes lo mismo que inmutaría uno solo de ellos.
11) En tercer lugar, ello se confirma por la autoridad de De consecratione dist. 5: Non mediocriter. En dicho lugar se cita a Jerónimo, quien entre otras cosas, dice: "Cuando un salmo o una misa se dice por cien almas, no se recibe menos que cuando se dice por cada una de ellas".
12) Estas respuestas u objeciones son inoperantes:
Cabe replicar que estas respuestas u objeciones no refutan las razones antes aducidas.
Ambas premisas mayores de tales razones son verdaderas simplemente, tanto según la extensión como según la intensidad. Según estricta justicia, por igual mérito no se debe un bien más numeroso, como tampoco se debe un bien más intenso. En toda retribución y conmutación justa, muchos bienes iguales equivalen a un bien mayor intensivamente. Por lo tanto, si a un mérito igual no se debe un bien mayor en intensidad, tampoco se le deben muchos bienes iguales en extensión; como estos muchos bienes, unidos, constituirían un bien mayor que cada uno de ellos, así, según justicia, serían de valor mayor que cada uno de ellos.
13) Confirmación:
De lo contrario, la oración del que la ofreciera por todas las almas en el Purgatorio con la intención de que valiera del mismo medio para cada una de ellas, valdría para cada una lo mismo que si se ofreciera por ella sola. Y, por caridad ordenada, todo orante debería orar por todas, pues debería impetrar el bien del mayor número obtenible con un acto sin disminución del bien de una de ellas.
14) Replicarás:
Por otro modo de satisfacción la oración no vale por muchos tanto como por uno; la pena debida no se condona si no se paga algo equivalente.
Respuesta: Uno podría impetrar la primera gracia para cualquier número de pecadores como para uno; en el caso no se requeriría la satisfacción de una pena, sino el aplacamiento de Dios y la impetración de un bien de él.
15) Además, como muchas penas equivalen a una pena mayor y sólo se condonan por una obra satisfactoria mayor o por muchas obras satisfactorias, así, parece, muchos bienes que deben impetrarse equivalen a un bien mayor, y sólo se impetran por muchas obras meritorias o por una obra meritoria mayor. Por eso también, lo que basta para liquidar un mal no basta para empetrar un bien, lo segundo parece mayor.
16) Segunda confirmación:
Confirmación segunda de la conclusión intentada: En la amistad humana, el amado que suplica por uno solo logra mayor bien para él que si suplica por muchos. Si suplica por uno, es oído para que se le impetre un bien determinado; si suplica por muchos, o no es oído en favor de todos o no impetraría tanto bien para todos. Ello es conforme a justa ley de la amistad.
17) Tercera confirmación:
Tercera confirmación: La voluntad, en cuanto causa meritoria, no parece más eficaz, sino menos eficaz que en cuanto causa elicitiva o impetrativa. En cuanto meritoria, sólo es causa dispositiva que habilita y dispone para la acción del agente principal; en cuanto elicitiva o impetrativa, en cambio, es causa principal. Ahora bien, la voluntad, en cuanto causa elicitiva o impetrativa, no causa simultáneamente en muchos el mismo efecto que causaría en uno sólo; análogamente, la amistad simultánea hacia muchos no es tan intensa como la amistad hacia uno, consta de la Ética [2]; ni la voluntad impera muchas operaciones de las potencias inferiores con la misma intensidad con que impera una; la intención de la voluntad que impera muchos actos inferiores decrece. Similarmente, la voluntad merece, parece, un bien intensivo inferior cuando merece por muchos.
18) Si objetas:
Ello es verdad cuando la devoción se disminuye por la distracción a muchos, pero si la devoción permanece igual, no se merece necesariamente menos bien para muchos que para uno; contesto: La distracción no concurre necesariamente por el hecho de que se celebre por muchos, no es necesario que el que celebra por muchos piense en acto en aquellos por los que intenta orar especialmente; basta que haya pensado en ellos y ofrecido tal intención a Dios y conserve después de su memoria en común; Dios acepta su oblación y devoción por aquellos por los que decidió previamente ofrecerlas.
Es verdad que, en este caso, la atención actual a cada uno disminuye, pues sólo se dirige a todos en común, pero no disminuye necesariamente la devoción, que es movimiento de la mente a Dios. Por ejemplo: Uno no celebra menos devótamente la misa de todos los santos que la de uno. Aunque atienda menos distintamente a cada uno, su atención común a todos basta para que posea devoción, no sólo igual, sino mayor que la devoción del que atiende a uno de ellos. Tal vez habría que exceptuar la atención a Aquel que encierra eminentemente la materia de la devoción a todos, que es Dios trino.
Así, cuando se ora por la multitud o la comunidad indigente para impetrar para ella un bien que necesita, puede tenerse mayor compasión y, por lo tanto, mayor deseo de impetrar lo que necesita que si se orara por un indigente. No decrece, pues, la devoción, aunque sea inferior la atención actual y distinta.
Por lo tanto, en tal caso, no impetra menos bien para cada uno por la disminución de la devoción, sino sólo porque a su mérito corresponde un bien determinado en cualquier grado idéntico. Es decir, debe darse un bien a aquel por quien la oración vale especialísimamente, otro bien a aquellos por los que vale generalmente y otro bien a aquel o aquellos por los que vale del modo medio.
Por consiguiente, en este tercer grado del que hablamos, si la extensión es mayor, la intensidad para cada uno es menor.
19) Respuestas directas a los argumentos con que pretenden probar sus respuestas u objeciones.
Respuestas a los argumentos en contrario (7-11):
Al primero, basado en el 'espírtu': Aunque el espíritu no se divide extensivamente, un espíritu se distingue numéricamente de otro; hay almas singulares par cada cuerpo de los seres animados, y juntas tienen bondad natural extensivamente que una de ellas; tal bondad equivale incluso a una bondad intensivamente mayor, según el texto de De Trinitate [3]: "Dos hombres son algo más que un hombre". La pluralidad en Dios se distingue, pues, de la pluralidad en las criaturas: En las criaturas dos son más que uno; en Dios, no. Por eso Agustín añade: "El Padre y el Hijo simultáneamente no son mayor que sólo el Padre".
Así mismo, muchas bondades de los espíritus son de mayor valor y, por lo mismo, requieren más bienes o un bien mayor como retribución. El que por su oración merece resucitar a un muerto, no merece igualmente por ella la vivificación de cualesquiera muertos. Por lo tanto, digo que el bien espiritual se comunica sin división cuantitativa; el bien que las distintas personas reciben es distinto; por lo mismo requiere distinto mérito correspondiente; a eso llamo intensivamente igual.
20) Se replica:
Al menos hay que aceptar que el bien espiritual no se comunica por partes. Luego, si en virtud de una misa se debe un bien a dos personas como premio total, tal bien no se dará por partes, es decir, no se dará una parte del bien a una persona y otra parte a la otra.
Confirmación: El que recibe el espíritu, recibe todo el espíritu. Luego, parejamente, el que recibe un bien espiritual, lo recibe todo.
21) Respuesta:
Agustín, en De Trinitate [4], dice: "En aquellas cosas que no son grandes en mole es lo mismo ser mayor que mejor". Ahora bien, dos bienes iguales son mejores que uno. Luego la bondad es mayor en ellas. Y lo que es mayor, aunque no pueda ser dividido en acto, contiene muchos bienes pequeños que juntos son iguales a él. Aunque el cielo es indivisible en acto, más entidades menores equivalen a todo el cielo que a medio cielo, y en tales entidades menores hay distinción; por lo tanto, por el cielo entero podrían darse todas las entidades equivalentes en que, aunque indivisible en sí, puede distinguirse.
De modo análogo, en el caso, a un mérito de determinada magnitud se debe adecuadamente un bien de magnitud correspondiente. Tal bien es indivisible en sí, pero puede equivaler a muchos bienes menores y, por lo mismo, puede dividirse en valor en cuanto por él se dan varios bienes menores. Luego tal bien espiritual no se da realmente por partes, sino en varios bienes menores, que respecto de él tienen valor parcial.
22) A la confirmación (20) se contesta: Si fuera posible que el valor del espíritu se distribuyera a muchos -como probablemente acontece tratándose del bien debido en virtud de la oración-, a cada uno se le daría un bien menor. Tal vez el espíritu se comunicaría también en menor grado si trascendiera su receptivo proporcionado; tal vez el alma no vivificaría igualmente un cuerpo indefinidamente creciente; pero se comunica igualmente al receptivo proporcionado. En la cuestión, el receptivo proporcionado al bien que debe darse por el mérito es un persona, y lo que se le da no se le da por partes.
23) Contra los ejemplos aducidos (10) se arguye con otros.
No puedo acarrear dos pesos iguales lo mismo que uno.
Si se objeta: Tratándose del movimiento local, el agente no puede mover muchos objetos lo mismo que pocos, pero, tratándose de la alteración, puede alterar muchos objetos que se hallan igualmente próximos a él lo mismo que pocos; respondo: Algunos movimientos son tales que en ellos todas las partes del todo se mueven por necesidad simultáneamente; es decir, en tales movimientos no se mueve una parte antes que otra. Tal es el movimiento local. A este tipo de movimiento se refiere el texto de la Metafísica [5]: "Continuo es aquello que por su naturaleza tiene un movimiento..., y el movimiento es uno cuando es indivisible, y es indivisible respecto del tiempo". Si una parte del continuo se moviera sin que se moviera otra, la continuidad se disolvería. Hay otro movimiento en el que no es necesario que el todo se mueva simultáneamente según todas sus partes. Tal es la alteración.
Así mismo, por móvil, o se entiende uno que es adecuado a la virtud del motor, o del agente, en el sentido de que otro mayor no podría ser movido simultáneamente; o por móvil se entiende uno que es menor que el adecuado.
Por lo tanto, hay diferencia entre el movimiento local y otros tipos de movimiento. El todo continuo en su totalidad es siempre de sí un móvil adecuado al motor, una parte suya sin la otra no lo es. En el movimiento de alteración, en cambio, una parte del móvil puede ser un móvil adecuado a un motor de virtud determinada, es decir, una parte de determinada magnitud podría ser simultáneamente movida por el agente.
Sin embargo, es verdad que en ambos casos -y tratándose del movimiento en general- un motor determinado sólo mueve simultáneamente su móvil adecuado o lo incluido en él realmente -es decir, como algo suyo- o equivalentemente -es decir, en el sentido de que algo menor que no es parte de otro mayor puede decirse que se incluye en este-. Por lo tanto, el agente que puede mover un móvil en cuanto adecuado no puede mover simultáneamente otro móvil en cuanto adecuado no puede mover simultáneamente otro móvil mayor ni otro móvil.
Sin embargo, puede mover simultáneamente dos móviles que, unidos, no excedieran su móvil adecuado. Hablando de estos móviles, es verdad que el motor no mueve menos muchos móviles que pocos, pues no mueve menos un móvil simplemente adecuado a él que un móvil menor; de lo contrario, no sería completamente adecuado. Por 'adecuado' no entiendo el móvil que el motor puede mover según todo su conato, sino el que puede mover por pequeño que sea su conato. Tal móvil subyace completamente bajo su poder. El que el móvil se halle totalmente bajo el poder del motor quiere decir que pasivamente se adecua totalmente a él. Según el Filósofo [6], el cielo es un móvil adecuado de este modo a la inteligencia, la cual, aunque no pueda mover algo mayor, puede mover algo menor.
24) A los ejemplos (10) respondo: Cualquier parte de un receptivo proporcionado al agente puede perfeccionarse igualmente al menos en el sentido de que, cuando una parte se perfecciona juntamente con otra, no se perfecciona menos que cuando se perfecciona sola. Porque el todo es primariamente proporcionado al agente, la pluralidad de las partes incluidas en el todo no impide la perfección de la acción en todas ellas, como tampoco la impide en el todo que las incluye. Sin embargo, si a un pasivo proporcionado se añadiera otro, no sería necesario que fuera perfeccionado por el agente lo mismo que si sólo él recibiera la acción del agente.
Esto aparece claro en los ejemplos aducidos [6]. La luz, el sonido y otras cualidades semejantes, en cuanto dependen de ellos, se multiplican esféricamente. Por lo tanto, como el pasivo proporcionado al agente, por pequeño que sea, es esférico, incluye partes, y estas partes de la misma esfera alrededor de la luz se iluminarán igualmente. Es decir, el medio sería iluminado según un diámetro de la esfera alrededor de la candela tanto como según otro diámetro. Pero si, alrededor de la primera esfera más cercana a la candela se coloca otra esfera más remota, no ser´iluminada lo mismo que la primera.
Por lo tanto, la afirmación de que muchos iluminables se iluminan lo mismo que uno es verdadera cuando los iluminables son partes del mismo iluminable adecuado, por ejemplo, cuando están contenidos en la misma esfera o dentro de la misma esfera respecto del iluminante como del centro. Pero en la cuestión las dos personas por las que se ora no son per se partes de un ser que sería un receptivo adecuado del bien que debe retribuirse en virtud de la oración; ambas son per se receptivos adecuados.
25) Se arguye en contra:
El que la segunda esfera se ilumine menos que la primera se debe a que se halla más lejos de la luz, no a que es iluminada simultáneamente con la primera. Más, la segunda no recibiría ninguna luz si la primera no fuera iluminada simultáneamente. Luego el segundo receptivo no recibe menos porque el otro recibe simultáneamente, sino porque está alejado del agente. En la cuestión no hay tal separación o distancia, sólo hay distinción de receptivos.
Respuesta: El que dos móviles puedan aproximarse igualmente al mismo motor concluye necesariamente que son móviles parciales contenidos real o equivalentemente en un móvil adecuado. Siempre puede imaginarse lo esférico alrededor del centro, del agente, y las partes que se hallan en la misma esfera total, es decir, dentro de la distancia de su eje, se mueven igualmente las demás no se mueven de la misma manera.
26) En cuanto a la autoridad de Jerónimo (11), la glosa da doble respuesta.
Una refiere los bienes al celebrante. El sentido sería: No recibe menos -se entiende, el celebrante- porque diga la misa por uno o por muchos. Cuando su disposición es igual y ejecuta con igual orden su acto, es decir, cuando celebra igualmente por muchos, y por uno, cuando por uno, la misa vale siempre para él especialísima e igualmente.
27) La segunda respuesta de la glosa se refiere al caso en que, se afirma, una misa dicha por cien almas con hilaridad de corazón no vale menos que una dicha con ansiedad por una. En tal pasaje se dice previamente: "Es mejor el canto de cinco salmos con pureza de corazón y serenidad, e incluso con hilaridad espiritual, que la modulación de todo el salterio con ansiedad de corazón y con tristeza." Después sigue lo que se adujo (11): "Cuando se dice un salmo o una misa por cien almas no se recibe menos que cuando se dice por una de ellas".
Acaso esta segunda respuesta refleja la intención especial de Jerónimo, quien quiso consolar a los monjes diciéndoles que, si estaban obligados a orar por muchos no tenían la necesidad de leer un número dado de salmos -ello resultaría fastidioso-, sino que satisfarían mejor por ellos si recitaban menos salmos y con hilaridad; y que tal proceder tenía incluso más valor para el orante, en la suposición de que fuera reconciliable con su obligación.
[1] Juan 6:52.
[2] Aristóteles, Ethica ad Nic. VIII c.7 (1158a11-14).
[3] Agustín, De Trin. VII c.6 n.11: PL 42,945.
[4] Ibid, VI c.8 n.9: PL 42,929.
[5] Aristóteles, Metaph, V C.6 (1015a5).
[6] Ibid.
[6] Aristóteles, Metaph, XII c.7 (1072a30-32).
Por. Cairo José Sánchez Sáenz
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