Introducción:
Escrito por: Cale Clarke para www.catholic.com
Siendo parte de mis estudios de postgrado en Nuevo Testamento, tuve la oportunidad de estudiar en Israel y trabajar por dos veranos en una excavación arqueológica en Jerusalén. Duramente mis estudios académicos en Tierra Santa, me centré en parte en los muchos textos Judeocristianos que se produjeron en los primeros siglos d.C. Sin duda, uno de los mejores ejemplos de mi trabajo es el primer libro que aparece en el Nuevo Testamento, el Evangelio de Mateo.
Aunque la vasta mayoría de eruditos creen que Marcos fue el primer evangelio que fue escrito, Mateo es el que viene primero en el orden canónico de los Evangelios. ¿Por qué será esto? Una respuesta satisfactoria es que Mateo sirve como un puente natural entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Mateo es ciertamente el más Judío de los Evangelios, escrito principalmente para convencer a aquellos con sangre Hebrea que Jesús es el Mesías. Una de las maneras que Mateo cumple esto es comparando a Moisés con Jesús.
De hecho, Mateo hace un uso intensivo de la tipología de Moisés en su Evangelio, mostrando que Jesús es un nuevo y más grande Moisés. Los paralelos entre Jesús y Moisés empiezan con la narrativa de la infancia que realiza Mateo.
Al igual que Moisés huyó del Faraón (Éxodo 2:11-15), Jesús se vio obligado a escapar a Egipto para protegerse de la ira de Herodes y salió de allí para liberar a su pueblo. Moisés regresó de su estadía en el desierto con su esposa e hijos (Éxodo 4:20). José regresó con su esposa e hijo de Egipto a Israel (Mateo 2:21). Moisés liberaría a los israelitas de la esclavitud del Faraón, empleando señales y milagros. Jesús liberó a su pueblo del poder de un opresor mayor, Satanás, que también mostraba señales milagrosas. Esto es enfatizado por las curaciones de Jesús y especialmente por sus exorcismos.
Jesús ayunó por cuarenta noches y cuarenta días antes de enseñar la nueva Ley de Dios en la montaña (Mateo.4); Moisés hizo lo mismo (Deuteronomio 9:9). Así como Moisés ascendió al monte Sinaí para recibir el Decalogo, Jesús asciende a una montaña para producir una nueva Ley de Dios en cumplimiento del Antiguo Pacto.
Así como a Moisés se le dio los Diez Mandamientos, Jesús presenta a sus discípulos Diez Bienaventuranzas (Mateo 5:3-12). Como Católicos, estamos acostumbrados a escuchar acerca de las "ocho bienaventuranzas", pero siguiendo lo que tradicionalmente se cuenta como la octava bienaventuranza, en realidad hay dos más (Mateo 5:10-12).
La décima bienaventuranza (versículo 12) se encuentra en una forma algo diferente a las demás, comenzando no con "Bienaventurados" (Del griego Makarios) sino con los dos imperativos "Alegraos y regocijaos". La palabra "Bienaventurados" proviene del término en Latín Beatus, que significa "Bendecido" o "Feliz". Dado que "regocijarse" o "alegrarse" son sinónimos de ser "bendecido", tenemos con toda probabilidad diez bienaventuranzas, que es consistente con el motivo de Mateo con Moisés.
Los cinco sermones principales que imparte Jesús en Mateo (Sermón de la Montaña, en los capítulos 5-7; el Discurso misionero en el Capítulo 10; el Discurso comunitario en el capítulo 18; y el Discurso escatológico en los capítulos 24-25) están destinados a corresponder con los cinco libros de Moisés, el Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Deuteronomio, Números). Incluso dentro del Sermón de la Montaña, se presentan cinco "antítesis" ("Ustedes escucharon... pero ahora les digo"), donde Jesús demuestra cómo su nueva Ley del reino cumple la Ley dada a Moisés.
Algunos eruditos también han propuesto que todo el Evangelio tiene un esquema de cinco libros (3-7; 8-10; 11-13; 14-18; 19-25). Cada "libro" contiene material que muestra lo que Jesús dijo e hizo, seguido de una fórmula de conclusión (Mateo 7:28-29; 11:1; 13:53; 19:1; 26:1), con la narración de la infancia y la pasión, respectivamente, sirven como prefacio y conclusión. Esto está lejos de ser una visión de consenso, ya que también se han ofrecido muchas estructuras alternativas para el Evangelio en su conjunto.
El bautismo de Jesús en el río Jordán también habría aludido a la concepción popular en el mundo judío en la antigüedad acerca de el paso a través del Jordán. Este era un símbolo de una re-conquista de la tierra prometida, un re-establecimiento del reino de David bajo la Ley Mosáica. Esta imagen fue retomada de forma fallida por mesiánicos como Teudas (Hechos 5:35-39).
También es la razón por la cual las actividades de Juan Bautista alrededor del Jordán atrajeron la atención de las autoridades. De esta manera Jesús cumple con la tipología mosaica al comenzar la conquista de una nueva "tierra prometida" para el pueblo de Dios en el Jordán. También puede haber ecos del bautismo de Jesús en el cruce del Mar Rojo (al que Pablo hace referencia al bautismo en 1 Corintios 10:1-2).
Finalmente, uno podría mencionar que esta interpretación de Mateo es común entre los Padres de la Iglesia, y muchos rabinos posteriores también hicieron comparaciones entre Moisés y el Mesías venidero, aunque ellos mismos no reconocieron a Jesús como el Mesías. Sin embargo, muchos judíos en los primeros siglos lo hicieron, y continúan haciéndolo hoy también.
La Iglesia que Jesús prometió construir en el Evangelio de Mateo no es solo el sacramento de salvación universal para todos los pueblos, sino también el cumplimiento del judaísmo. Al dialogar con aquellos de ascendencia Judía, este es un puente apologético muy importante y útil para ayudarles a entender la Fe.
Traducido por. Cairo José Sánchez Sáenz
Siendo parte de mis estudios de postgrado en Nuevo Testamento, tuve la oportunidad de estudiar en Israel y trabajar por dos veranos en una excavación arqueológica en Jerusalén. Duramente mis estudios académicos en Tierra Santa, me centré en parte en los muchos textos Judeocristianos que se produjeron en los primeros siglos d.C. Sin duda, uno de los mejores ejemplos de mi trabajo es el primer libro que aparece en el Nuevo Testamento, el Evangelio de Mateo.
Aunque la vasta mayoría de eruditos creen que Marcos fue el primer evangelio que fue escrito, Mateo es el que viene primero en el orden canónico de los Evangelios. ¿Por qué será esto? Una respuesta satisfactoria es que Mateo sirve como un puente natural entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Mateo es ciertamente el más Judío de los Evangelios, escrito principalmente para convencer a aquellos con sangre Hebrea que Jesús es el Mesías. Una de las maneras que Mateo cumple esto es comparando a Moisés con Jesús.
De hecho, Mateo hace un uso intensivo de la tipología de Moisés en su Evangelio, mostrando que Jesús es un nuevo y más grande Moisés. Los paralelos entre Jesús y Moisés empiezan con la narrativa de la infancia que realiza Mateo.
Desarrollo:
De la misma forma que el niño Moisés, el niño Jesús experimenta un atentado contra su vida por parte de un gobernante, que está empeñado en perseverar en su propio reino: el Faraón, en el caso de Moisés, y Herodes el Grande, en el caso de Cristo. La matanza de Herodes de los niños varones en la cercanías de Belén evoca el intento de Faraón de matar a los hombres y niños Hebreos (Éxodo 1:15-2:10)Al igual que Moisés huyó del Faraón (Éxodo 2:11-15), Jesús se vio obligado a escapar a Egipto para protegerse de la ira de Herodes y salió de allí para liberar a su pueblo. Moisés regresó de su estadía en el desierto con su esposa e hijos (Éxodo 4:20). José regresó con su esposa e hijo de Egipto a Israel (Mateo 2:21). Moisés liberaría a los israelitas de la esclavitud del Faraón, empleando señales y milagros. Jesús liberó a su pueblo del poder de un opresor mayor, Satanás, que también mostraba señales milagrosas. Esto es enfatizado por las curaciones de Jesús y especialmente por sus exorcismos.
Jesús ayunó por cuarenta noches y cuarenta días antes de enseñar la nueva Ley de Dios en la montaña (Mateo.4); Moisés hizo lo mismo (Deuteronomio 9:9). Así como Moisés ascendió al monte Sinaí para recibir el Decalogo, Jesús asciende a una montaña para producir una nueva Ley de Dios en cumplimiento del Antiguo Pacto.
Así como a Moisés se le dio los Diez Mandamientos, Jesús presenta a sus discípulos Diez Bienaventuranzas (Mateo 5:3-12). Como Católicos, estamos acostumbrados a escuchar acerca de las "ocho bienaventuranzas", pero siguiendo lo que tradicionalmente se cuenta como la octava bienaventuranza, en realidad hay dos más (Mateo 5:10-12).
[10] Bienaventurados los perseguidos por atenerse a lo que es justo, porque de ellos es el reno de los cielos. [11] Bienaventurados seréis cuando, por causa mía, os insulten y persigan y profieran toda clase de calumnias contra vosotros. [12] Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos. De esta misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
La décima bienaventuranza (versículo 12) se encuentra en una forma algo diferente a las demás, comenzando no con "Bienaventurados" (Del griego Makarios) sino con los dos imperativos "Alegraos y regocijaos". La palabra "Bienaventurados" proviene del término en Latín Beatus, que significa "Bendecido" o "Feliz". Dado que "regocijarse" o "alegrarse" son sinónimos de ser "bendecido", tenemos con toda probabilidad diez bienaventuranzas, que es consistente con el motivo de Mateo con Moisés.
Los cinco sermones principales que imparte Jesús en Mateo (Sermón de la Montaña, en los capítulos 5-7; el Discurso misionero en el Capítulo 10; el Discurso comunitario en el capítulo 18; y el Discurso escatológico en los capítulos 24-25) están destinados a corresponder con los cinco libros de Moisés, el Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Deuteronomio, Números). Incluso dentro del Sermón de la Montaña, se presentan cinco "antítesis" ("Ustedes escucharon... pero ahora les digo"), donde Jesús demuestra cómo su nueva Ley del reino cumple la Ley dada a Moisés.
Algunos eruditos también han propuesto que todo el Evangelio tiene un esquema de cinco libros (3-7; 8-10; 11-13; 14-18; 19-25). Cada "libro" contiene material que muestra lo que Jesús dijo e hizo, seguido de una fórmula de conclusión (Mateo 7:28-29; 11:1; 13:53; 19:1; 26:1), con la narración de la infancia y la pasión, respectivamente, sirven como prefacio y conclusión. Esto está lejos de ser una visión de consenso, ya que también se han ofrecido muchas estructuras alternativas para el Evangelio en su conjunto.
El bautismo de Jesús en el río Jordán también habría aludido a la concepción popular en el mundo judío en la antigüedad acerca de el paso a través del Jordán. Este era un símbolo de una re-conquista de la tierra prometida, un re-establecimiento del reino de David bajo la Ley Mosáica. Esta imagen fue retomada de forma fallida por mesiánicos como Teudas (Hechos 5:35-39).
También es la razón por la cual las actividades de Juan Bautista alrededor del Jordán atrajeron la atención de las autoridades. De esta manera Jesús cumple con la tipología mosaica al comenzar la conquista de una nueva "tierra prometida" para el pueblo de Dios en el Jordán. También puede haber ecos del bautismo de Jesús en el cruce del Mar Rojo (al que Pablo hace referencia al bautismo en 1 Corintios 10:1-2).
Finalmente, uno podría mencionar que esta interpretación de Mateo es común entre los Padres de la Iglesia, y muchos rabinos posteriores también hicieron comparaciones entre Moisés y el Mesías venidero, aunque ellos mismos no reconocieron a Jesús como el Mesías. Sin embargo, muchos judíos en los primeros siglos lo hicieron, y continúan haciéndolo hoy también.
Conclusión:
Mientras estudiaba en Israel, conocí a muchos hebreos católicos, la mayoría de los cuales habían sido conversos. El evangelio de Mateo ciertamente influyó en sus decisiones. Aunque un gran número de personas se sorprendería de la cantidad de judíos conversos que hay hoy en día, esto no debería sorprender a alguien que entienda que las promesas de Dios a Israel nunca fueron revocadas.La Iglesia que Jesús prometió construir en el Evangelio de Mateo no es solo el sacramento de salvación universal para todos los pueblos, sino también el cumplimiento del judaísmo. Al dialogar con aquellos de ascendencia Judía, este es un puente apologético muy importante y útil para ayudarles a entender la Fe.
Traducido por. Cairo José Sánchez Sáenz
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