Visión Escotista sobre la voluntad, el amor y el intelecto. - Cuculmeca Apologética

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miércoles, 1 de mayo de 2019

Visión Escotista sobre la voluntad, el amor y el intelecto.


Introducción:

La visión escotista (franciscana) sobre la voluntad ha sido muchas veces criticada por la mala información que se tiene de esta. Muchos incluso la han relacionado con las olas de modernismo y el surgimiento de protestantismo; lo cierto de esto es que uno de sus estudiantes, Guillermo de Ockham hizo ciertos cambios y malas interpretaciones a los pensamientos de Scoto que llevaron a cometer errores que condujeron al modernismo, pero no fue Duns Scoto el que lo llevó hasta ahí.

Podría mencionarse que en la tesis de franciscana "la lógica de la voluntad es la lógica de la libertad", mientras que en la tesis dominica "la lógica del intelecto es la lógica de la necesidad", usualmente ambas tesis mencionadas como "enfrentadas" pero que en ciertos puntos se pueden encontrar convergencias.


Desarrollo:

Según Scoto, el mundo existe porque es querido por Dios. El mundo antes que un efectum (efecto) es un volitum (algo querido). No es que el mundo sea un decreto arbitrario de Dios, como Ockham llegó a desarrollar, más bien, Dios crea siguiendo un orden, pero no es un único orden posible.

Dios crea entre los diversos mundos posibles, Dios elige entre una serie de posibilidades y realiza la creación de potentia ordinata. Dios de potentia absoluta (omnipotente) puede crear cualquier mundo de los posibles, pero decidió crear potentia ordinata, no porque sea racional (aunque de por sí lo es), sino porque eligió uno de los distintos e infinitos órdenes que tenía para elegir. 

La voluntad divina quiere porque quiere, pero no es una voluntad caprichosa, irracional y voluble, porque la esencia divina es infinita coherencia, razón y lógica, el mundo finito ha sido creado por Dios en conformidad con las ideas (con los posibles mundos) que han servido de modelo.

Dios tampoco estaba obligado a crear el mejor de todos los mundos posibles en cuanto a un orden sin pecado (problema del mal), tampoco su voluntad de crearlo es un decreto irracional, el mundo no es tanto una racionalidad necesaria, sino que es un diseño de amor. Por eso el escotismo se basa mucho en los himnos Paulinos sobre la predestinación de Cristo para expresar todo el amor por los hombres y a sí mismo ad extra, es un diseño de amor. El mundo es Volitum, una cosa buena querida por Dios, no una cosa necesaria producto de un orden necesario. [La voluntad como autodeterminación].

En cuanto a la razón, el problema es que si se le sigue, todo de alguna forma es necesario, porque todo es consecuencia de una causa o efectos que son consecuencias necesarias de las causas que lo han provocado. Santo Tomás, contrario a la tesis Scotista, diría que Dios ha sido libre para crear, que la creación es un acto libre de la voluntad divina, pero que una vez que Dios ha decidido crear no tiene más remedio que crear según ese orden lógico que es producto de su razón, y por tanto solo hay un modo de creación de una serie de causas.

En esta tesis Tomista si el intelecto presenta una cosa como lo conveniente, razonable o lo que hay que hacer, y que la voluntad no tiene más remedio, si quiere obrar según la recta razón, seguir lo que resuelve la misma razón, si el intelecto me dice algo como bueno, la voluntad debe regirse bajo lo que el intelecto guía.

Volviendo a la tesis franciscana, al final, por más que el intelecto sea el que nos da a conocer el objeto conocido, es la voluntad libremente la que decide querer esa cosa o no quererla. La voluntad quiere porque quiere, tiene la capacidad de decidir respecto al mundo, respecto a Dios, respecto a lo que pareciera razonable al intelecto, la voluntad es libre.

Como se mencionó, la tesis Franciscana es basada en muchos himnos Paulinos, uno de ellos es Efesios 3:14-21 donde San Pablo menciona que para captar y conocer el amor de Cristo que excede todo conocimiento debemos de arraigarnos y cimentarnos en el amor. No dice conocer el amor de Cristo para amarlo a Él, sino amarlo a Él para poder conocer en realidad el amor de Cristo que excede a todo conocimiento.

Efesios 3:14-21
[14] Por esta razón, doblo mis rodillas ante el Padre,
[15] de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra,
[16] para que os conceda según la riqueza de su gloria, ser poderosamente fortalecidos por la acción de su Espíritu en vuestro interior;
[17] para que Cristo habite, mediante la fe, en vuestro corazón, y para que, arraigados y cimentados en el amor,
[18] seáis capaces de captar, con todo el pueblo santo, cuál es la anchura y largura, la altura y profundidad,
[19] y conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento, para que quedéis lleno de la plenitud total de Dios.
[20] A aquel que tiene poder sobre todas las cosas y puede hacer incomparablemente más de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros,
[21] a Él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

Esta primacía de la voluntad pareciera contradecir al «Nihil Volitum, Quin Praecognitum», es decir: «Nada puede ser querido que no haya sido primero conocido», pero Xavier Zubiri mencionaba que esa frase se puede negar, porque si se entiende por conocimiento determinadas cosas concretas que han de ser conocidas para ser queridas o apetecidas, entonces no existe universalidad en la afirmación, ya que solo el amor puede descubrir en los objetos, cualidades que si no amara no podría descubrir.

Por ejemplo: Si alguien sintiese una antipatía por alguien, o algún prejuicio sobre alguna persona, entonces de ese ser humano solo podría conocer los defectos, solo las cosas negativas, quizás alguna cosa buena, en cambio, si alguien más ama a esa persona podrá ver cualidades que la persona que la odia no podrá descubrir porque su prejuicio le hará imposible descubrir esas cosas buenas que tiene. Por eso es por lo que en la primacía de la voluntad debe ser primario el amor.

En la voluntad existen distinciones:

Voluntad Natural/Tendente (Voluntas ut Natura): Es de apetito racional, es tendencial porque tiende naturalmente a desear ciertas cosas o rechazarlas, está intrínsecamente en la persona, de forma instintiva, es la inclinación natural que se siente hacia ciertas cosas.

Voluntad Libre (Voluntas ut Libera): Voluntad bajo determinación personal que siempre es libre, no depende de nada, incluso puede ir contra la voluntad natural, puede decir que no a esa voluntad que nos inclina hacia un objeto que se ve bueno y necesario, es completamente libre.

En la escritura por ejemplo se puede observar que antes que renunciar a su fe, por la tendencia natural del humano a no querer sufrir o morir Jesucristo dice al Padre "Aparta de mí esta copa" (Mateo 26:37), pero es la voluntad libre del Señor la que hace que se ofrezca en martirio porque está guiado por el amor mismo de Dios "Padre, que no se haga mi voluntad, sino la tuya".

Un ejemplo de ambas voluntades las menciona Bernardino Bonacci [1]:


Para Scoto el apetito natural pertenece a la naturaleza misma de la voluntad, y ello porque una naturaleza para ser tal debe tender la propia perfección, de la misma forma que una piedra tiende naturalmente hacia el centro de la tierra.

Y más adelante:


La prueba de la existencia de estas dos tendencias (activa y pasiva), natural y libre, la encontramos en el conflicto que enfrentan o experimentan los mártires que eligen morir por un acto libre de su voluntad, a pesar del miedo natural que sienten ante la muerte.

Por otro lado, el Papa Benedicto XVI sintetiza el pensamiento de Scoto y conserva la linea hasta ahora planteada:


La libertad, como todas las facultades de las que el hombre está dotado, crece y se perfecciona -Afirma Duns Scoto- cuando el hombre se abre a Dios, valorizando la disposición a la escucha de la voz divina: cuando escuchamos la revelación divina la palabra de Dios, para acogerla, nos alcanza un mensaje que llena de luz y de esperanza nuestra vida y somos verdaderamente libres. - Papa Benedicto XVI [2]

Entonces, según Scoto la voluntad debe ir, crecer y perfeccionarse, así como la naturaleza del hombre, en el amor y la apertura a Dios. No una voluntad irracional y lejos de la verdad de Dios, sino una voluntad cimentada en el amor a Dios para conocer la verdad.

Dios crea todo siguiendo un orden, Ockham separa el Logos de la voluntad, pero Scoto si dice que la creación de Dios tiene un orden, es Ockham el que da pautas para el relativismo y el modernismo actual, pero no de Scoto. Dios pudo haber creado cualquier mundo pero no con un orden distinto al presente, es incapaz de obrar si no es en la dirección del bien y de la verdad.

Dios nos guía hacia la belleza y no puede contradecirse, esto no es un límite, la contradicción en Dios es una imperfección por lo que no es una limitación, sino un realce de su potestad y cualidad divina, la libertad perfecta e infinita de Dios no es arbitraria, Dios es amor.

El Papa Francisco mencionaba, tal y como San Pablo mencionaba en 1 Corintios.13 que aunque se tengan amplios conocimientos, estudios incomparables y formación formidable, si esto no es impulsado por el amor a Cristo, por la caridad con los demás, entonces no tiene sentido. Es a partir del amar que viene la motivación real para conocer y enseñar, no al revés. De las virtudes teologales (hábitos dados por Dios infundidos en nuestra voluntad e inteligencia), la mayor es el amor, mismo que viene por nuestra voluntad libre, que perfeccionados en nuestra naturaleza nos debe llevar a la realidad fundamento de todo lo creado, Dios.

El otro aspecto que quería compartir es el de la relación entre estudio y vida espiritual. Vuestro compromiso intelectual, en la enseñanza y en la investigación, en el estudio y en la más amplia formación, será tanto más fecundo y eficaz cuanto más animado esté por el amor a Cristo y a la Iglesia, cuanto más sólida y armoniosa sea la relación entre estudio y oración. Esto no es algo antiguo, esto es el centro. - Papa Francisco [3]


Pero entonces hay una pregunta completamente válida: ¿Cómo es posible amar a algo o alguien sin tener un conocimiento aún sea mínimo? ¿Cómo es posible llegar a amar o desear a Dios sin antes no conocerlo al menos un poco?

La realidad objeto es contingente, es decir, es creada u ocasionada por algo, el principio de causas es, por lo tanto un ser subsistente. Este ser subsistente es Dios, y por lo tanto [Dios] no es una realidad objeto, sino una realidad fundamento, ya que no es contingente a la realidad objeto, sino fundamento de la existencia y de la libertad.


Scoto menciona que no podemos tener una intuición et esencia de Dios como tal, a no ser que Dios lo conceda por algún tipo de don sobrenatural que Él crea meritorio o conveniente por su amor, en principio la visión beatífica plena está reservada para el cumplimiento de los planes de Dios en la salvación.

Es por ello entonces que por medio de la filosofía, la teología y la metafísica se puede acceder de alguna manera a Dios, se le puede comprender al menos un poco, pero no et esencia, es decir, a cómo es su esencia concreta y específica. Por eso no podemos ver el rostro de Dios, no podemos ver la cara de Dios en esta vida.

Por lo que para responder a esta pregunta hay que tener en cuenta que la singularidad de Dios no puede ser conocida en la vida, pero puede ser observable de alguna manera en las criaturas procedentes de esta realidad fundamento, por eso San Pablo menciona:

Romanos 1:20-21
[20] Desde la creación del mundo, están claramente visibles, a través de sus obras, las perfecciones invisibles de Dios, tanto su eterno poder como su deidad, de suerte que ellos no tienen excusa.
[21] Pues habiendo conocido a Dios, no le dieron gloria como a Dios ni le mostraron gratitud; antes se extraviaron en sus razonamientos y su insensato corazón quedó en tinieblas.

Habla de algunos gentiles que viendo la creación de Dios, que hace visible las perfecciones invisibles de Dios, no le glorificaron. ¿Entonces San Pablo mencionaba que había que conocerlo primero para amarlo? No, cuando habla de conocer a Dios, precisamente es, como menciona Scoto, por la observancia de las criaturas procedentes de la realidad fundamento, criaturas que pertenecen a nuestra realidad objetiva que subconscientemente amamos para reconocerla y estar en ella.

En otras palabras, toda realidad creada, o realidad objeto de la realidad fundamento que es Dios, por el hecho de ser una realidad debe remitir a su fundamento de forma exigida, de lo contrario entonces habría más de una realidad fundamento. 

Entonces, si toda realidad por el hecho de ser realidad se dirige hacia su fundamento, cuando aprendemos sobre una realidad aprendemos sobre su fundamento, porque estamos religados sobre el poder de lo real que nos reenvía al fundamento.

Y claro, esta forma de cómo la realidad se remite hacia su fundamento lo es en todo, hasta en amar a los demás; por eso es que al final y en principio somos creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26), todos creados por un mismo Dios (Malaquías 2:10).

Eso demuestra que no hace falta conocer las cosas concretas, si por praecognitum entendemos cosas concretas que hay que conocer para luego poder desearlas entonces se podría estar mal, porque si no las amas no las podrás conocer, no tendrás acceso a ese conocimiento porque el amor nos hace ver cosas que si no amamos no podríamos conocer [4].

En cambio si por realidad entendemos que por el hecho de estar en la realidad ya se está instalado entre las cosas reales, entonces sí, hay un praecognitum, hay que reconocer que se está instalado en una realidad, pero no tenemos que conocer las cosas en concreto para tener que desearlas o amarlas.

Sea cual sea la realidad concreta estamos instalados en la realidad, en esto consiste nuestra vida, estar instalado en una realidad, pero no necesitamos conocer cosas concretas para poder desearlas, porque es el amor el que guía y el que hará que podamos conocerlas, por eso solo se conoce lo que se ama, y ahí hay un reconocimiento de que porque amamos la realidad de forma inconsciente podemos reconocerla y reconocernos dentro de ella. Hay un primado del amor en la voluntad, o en otras palabras, en el primado de la voluntad debe ser predominante el amor.

El intelecto no ha tenido una aprensión clara y verdadera que haga que la voluntad tenga que necesariamente seguir el bien, en Scoto la voluntad siempre es libre e independiente si la aprensión es clara u oscura, por más claro que yo vea que Dios me habla yo podré decirle que no a Dios, no puede ser coaccionada por Dios, es completamente libre. Aunque claro, esto sería una decisión irracional y que va fuera de la perfección de la naturaleza del hombre, pero no por eso el ser humano no la puede elegir, ya que su voluntad es libre.

Vale aclarar que no porque la voluntad sea libre y se pueda escoger mal así la aprensión de la razón dirija al bien, esto sea lo óptimo o lo que Scoto quería que se hiciese. Naturalmente la voluntad libre debe dirigirse al amor de Dios, y amándole le conoceremos, y conociéndole  mejor sabremos lo que él nos ha revelado más íntimamente. 

Así como no se puede conocer en verdad a tu pareja a no ser que se decida amar a su persona, es como la voluntad dirigida por el amor la que nos ayuda a conocer el objeto amado. Si la pareja amándose uno al otro por mucho tiempo se llegan a conocer, y deciden separarse, no se dejan de amar (en el sentido de amor en Cristo y como hermano miembro de la Iglesia), simplemente se conocieron y no calzaron, pero fue el amor el que los llevó a conocerse, y no el conocerse a amarse, y por amarse y conocerse, supieron que no podrían estar juntos.

Este amor al que se está refiriendo no es ese que es la comunión de la pareja y Dios, sino ese acto intrínseco en nuestra naturaleza creada por el ser que ama y nos creó con la capacidad de amar, ese amor que perfecciona nuestro ser y nos dirige a la realidad fundamento, a la imagen del creador. Es por eso que aunque la pareja se separe ese amor no debe dejar de existir.

1 Juan 4:8
[8] El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. 

Conclusión:


La visión escotista acerca de la voluntad y el intelecto es que en la primacía de la voluntad debe ser predominante el amor sincero a Dios, nuestro ser, remitiéndose siempre a la realidad fundamento para que no haya errores que el intelecto pueda llegar a concebir por no poseer una concepción clara y verdadera que haga que la voluntad de la persona siga el camino correcto.

Este tema es ampliamente debatido por ambas escuelas; tanto Franciscanos como Dominicos están de acuerdo que la conclusión al final la tiene la Iglesia, cuando esta defina solemnemente y de forma definitiva, si lo llega a hacer, cuál es la postura correcta.

Dios te bendiga,

Por. Cairo José Sánchez Sáenz

[1] Acerca del nombre exacto hay una duda, debido a que la frase fue extraída de una conferencia y el nombre del autor no es fácil de entender. Este escrito se basa casi completamente en esa conferencia que puede ser encontrada en este link: https://www.youtube.com/watch?v=SXwNWYsEEOA
[2] Papa Benedicto XVI, Audiencia General, Miércoles 7 de julio de 2010.
[3] Papa Francisco, Discurso a la Universidad Gregoriana, 10 de abril de 2014.
[4] Xavier Zubiri, extraído de la conferencia de la referencia 1.


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